Los aborígenes
El actual territorio entrerriano estaba habitado, antes de la llegada
de los conquistadores españoles, por poblaciones aborígenes
que desarrollaron culturas particulares y definidas: Guaraníes,
Chanás y Charrúas, divididos, a su vez, en subgrupos
culturales.
Los primeros se caracterizaron por ser
cazadores, agricultores, pescadores y fabricantes de armas (arcos
y puntas de flecha), así como diestros en la fabricación
de canoas, instrumentos musicales y la utilización de la
madera y la cestería. Se ubicaron en la región sur
de la provincia donde conformaron una cultura homogénea
de tipo sedentario. Vivían en casas agrupadas en aldeas
de tipo rectangular o redonda de barro y paja, con un espacio
central donde había una plaza.
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La cultura chaná se subdividía en: Mocoretáes,
Timbúes y Beguaes, y ocuparon la región oeste de la
provincia. Se dedicaron a la caza, pesca, recolección y el
cultivo de la tierra. Poseyeron una industria de cerámica
decorada. Eran seminómades y sus casas eran ranchos comunales.
Su organización a través de cacicazgos hereditarios,
contaba con asambleas para resolver asuntos comunitarios muy importantes.
Sus creencias religiosas eran expresadas a través de rituales
populares.
Los charrúas (cuyo nombre en guaraní significa revoltoso,
antojadizo) se subdividían en Yaros, Minuanes, Martidanes
y Guenoas, que compartían la particularidad de ser extremadamente
belicosos y resistente a todo cambio, a tal punto, que fue el último
grupo en desaparecer. La guerra fue su principal actividad, pero
también se dedicaron a la caza, la pesca, la recolección
y el trabajo en piedra, con la cual realizaban puntas de flecha,
arma que era complementada con el uso de boleadoras. Se ubicaron
en la región central de la provincia, aunque eran nómades.
Sus casas estaban realizadas de esteras armadas sobre postes, en
campamentos próximos a arroyos. Estaban organizados en cacicazgos,
consejo de ancianos y guerreros, encargados de resolver los asuntos
de gravedad del pueblo.
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