Aires de vitalidad
Primavera: días más largos, más
luz, más sol, más calor... y menos energía.
Es el principal síntoma de la astenia primaveral, un trastorno
de carácter leve que se manifiesta a través de una
sensación de debilidad y cansancio generalizado, tanto físico
como intelectual, que reduce la capacidad para trabajar e incluso,
para realizar las tareas cotidianas más sencillas.
El reloj biológico
Parece ser que este fenómeno responde a una mala adaptación
del organismo a los cambios que ocurren en el medio ambiente en
esta época (iluminación, temperatura, humedad, presión
atmosférica, etc.). Los síntomas de la astenia, por
tanto, remitirán tan pronto como el organismo sea capaz de
modificar sus ritmos biológicos y adaptarse a la nueva situación.
Precisamente existe una disciplina, la Bioclimatología Médica,
que investiga cómo afectan a la salud humana los cambios
climatológicos partiendo de la premisa, eso sí, de
que no todas las personas presentan la misma sensibilidad hacia
las variaciones ambientales. Según estas teorías,
hay dos grandes cambios asociados a la primavera que explicarían
la aparición de la astenia:
Más luz: los ciclos de luz y oscuridad
determinan nuestros biorritmos, que no funcionan igual de día
que de noche. Con la llegada de la primavera, el organismo tiene
que adaptar su particular reloj a las nuevas condiciones (más
horas de luz). En principio basta una semana después de un
cambio estable en las condiciones ambientales para que nuestro sistema
endocrino y nervioso se adapte a la nueva situación horaria
(durante ese periodo de transición los síntomas de
la astenia son más evidentes).
Electricidad ambiental: con la llegada de la primavera
se produce una variación de la ionización de la atmósfera
-hay más iones positivos- y eso afecta a las personas meteorosensibles
ya que el cerebro y el corazón funcionan a base de impulsos
eléctricos.
Los síntomas
La astenia primaveral tiene una mayor incidencia en los adultos
entre 20 y 50 años, y en especial en las mujeres, que sufren
aproximadamente el 80 % de los casos, y que cuando acuden al médico
muchas veces reciben equivocadamente un diagnóstico de depresión
o anemia. Por eso es fundamental saber reconocer sus síntomas:
- Dificultades físicas para llevar a cabo las actividades
corrientes.
- Sensación de mayor fatiga y debilidad generalizada.
- Dificultad de concentración y trastornos de la memoria.
- Alteración del sueño y del apetito.
A pesar de su gran incidencia, la astenia primaveral es de carácter
leve y remite al cabo de pocos días sin necesidad de tratamiento
médico. Sólo si los síntomas persisten hay
que acudir al médico para descartar otras enfermedades orgánicas
o psíquicas que hayan podido desencadenar ese estado.
Venciendo la astenia
Una simple revisión de nuestros hábitos cotidianos
puede ayudar a hacer más llevaderos los síntomas de
esta fatiga estacional.
Mantener horarios fijos tanto para acostarse como para levantarse,
y procurar hacer las comidas siempre a las mismas horas.
Practicar algún ejercicio físico con moderación,
mejor si es al aire libre (pasear entre 45-60 minutos, bailar, nadar,
montar en bicicleta...).
En el trabajo, realizar periodos de descanso de entre 5 y 10 minutos
cada hora, durante los cuales pueden resultar muy útiles
los métodos de relajación y ejercicios respiratorios.
Seguir una dieta saludable, baja en grasas y alta en fibra, con
abundancia de frutas y vegetales frescos. Los alimentos ricos en
hidratos de carbono (pasta, pan integral, legumbres) aportan al
organismo energía adicional; los alimentos ricos en zinc
y hierro (berberechos, hígado, lentejas, espinacas) ayudan
a prevenir las anemias; la vitamina C (kiwis, cítricos, fresas)
contrarresta las pérdidas de líquidos por el aumento
de la temperatura exterior; también es muy recomendable en
estas fechas la vitamina B12 (carne, pescado, huevos).
Suprimir el consumo de sustancias excitantes, como los refrescos
con cafeína, el tabaco y el azúcar.
Debido a su efecto tónico, tomar un suplemento de ginseng
ayuda a aumentar la sensación general de vitalidad y a mejorar
también el rendimiento físico.
El poder del ginseng
Las propiedades tonificantes del ginseng son conocidas desde hace
miles de años, así como su capacidad para vigorizar
y rejuvenecer el organismo. Se trata de una planta herbácea
ligeramente aromática que concentra en la raíz todo
tipo de nutrientes fundamentales: ginsenósidos, vitaminas
(fundamentalmente del grupo B) y minerales como potasio, calcio,
fósforo, hierro y magnesio. En concreto, los productos elaborados
con polvo de raíz de ginseng rojo son muy efectivos a la
hora de combatir la astenia primaveral, ya que ayudan al organismo
a responder correctamente a la situación ambiental en la
que se encuentra, actúan como una eficaz agente antiestrés
y antifatiga, aumentan el rendimiento físico y mitigan la
sensación de cansancio. |