Al igual que otras ciudades lindantes
al Paraná, Villa Hernandarias regala un espectáculo magnífico: el cauce
desbordante de un río de continuo fluir, enmarcado
por un rosario de islas, todo visto desde abruptas
barrancas de tierra arcillosa.
La vegetación agreste da cuenta
del avance montielero y la omnipresencia
de la naturaleza se percibe a cada paso, en
el canto del río y de los pájaros,
el clima ribereño,
las pendientes pronunciadas
y
lujuriosa flora ofrecen una amplia
gama de verdes.
En verdad Hernandarias es un paseo
por el paraíso.